- Quién dijo que nunca se vuelve?
- Hola.
- Hola, cómo estás?
- Nunca se vuelve. Mal. Peor. Cómo querés que esté?
- Uh, seguís con eso?
- Cómo vas a deshacer lo que hiciste? A qué viniste? Al final todo este tiempo... tenían razón, soy una boluda.
- Está bien, ya entendí, no te preocupes.
Y volvió a callar... y a morir.
2º-
Siempre pensó que los malos momentos y el sufrimiento lo iban a llevar al cielo. Para eso había venido. Los coleccionaba con esmero y prolijidad. Los guardaba en su inviolable caja de huesos no sin cierta preocupación, sobre todo por la vejez. Y ahí estaba el día en que dejó ir a Lucrecia. Alguna vez pensó que su muerte tenía que haberle llegado en el momento de mayor tristeza. Pero Lucrecia? Entonces la había condenado?
Ella sería feliz y pasaría la eternidad en el otro lado? En qué otro lado? Porque él no quería la eternidad con un Dios que lo había querido ver sufrir. Y el otro? Si quería verlo feliz? Y la condena? Salió a buscar a Lucrecia. Y ahí estaba, preciosa como siempre, feliz. Casi se muere. Pero sobrevivió. Lo necesario para matarla. Y matarse.
P.E
Bienvenidos lectores y escritores
Este es un espacio creado para todos aquellos que realmente llevan un escritor o no, en su interior. La cualidad más importante de nuestro género radica en la fugacidad literaria por falta de tiempo.
jueves, 11 de octubre de 2007
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